2. LA CERÁMICA GRIEGA COMO DOCUMENTO

Deporte y arte nunca habían estado tan unidos como en la Antigua Grecia. La cerámica helena se identifica como una de las más importantes del mundo antiguo por la amplitud de respuestas que ofrecía, pues más allá de su carácter funcional y doméstico, encontramos en ellas un componente simbólico y representativo. Además, estas cerámicas formaron parte de la vida doméstica y social de los griegos, por lo que se convierten en una fuente importante de información sobre la vida cotidiana y mentalidad de los mismos por las figuras que la decoran.

Las cerámicas de los griegos se realizaban a partir de arcilla que, aun húmeda, se colocaba en el centro de la rueda de un torno, se hacía un hueco en su centro, se levantaban las paredes mientras el torno giraba y, por último, se le daba dando forma al recipiente. Tras un proceso de secado al aire, se decoraban utilizando una preparación especial que tenía como ingrediente principal la propia arcilla, aplicándose esta pintura o barniz con pinceles que, tras la cocción, adquiriría un color negro brillante y característico.

Elegancia, belleza, finura y proporción, contornos definidos y articulados, eran las principales características de unas vasijas que escapaban de los meros objetos cotidianos. “Kalón eimi potérion” (“soy un bello vaso para beber”), el alfarero hablaba así de orgulloso de su trabajo.

En Grecia, el culto al cuerpo era un aspecto muy importante para la educación, especialmente de los varones, y comenzaba ésta a muy temprana edad. El entrenamiento corporal tenía como meta principal que los jóvenes consiguiera un físico necesario para que, como futuros soldados, defiendan la ciudad en caso de guerra. Al mismo tiempo, se educaban en la preparación para la competición atlética puesto que, para ellos, la belleza física era tan importante como moral o la ética.

El gimnasio o la palestra era aquel lugar donde se preparaban los atletas, espacio que además, servía como lugar de encuentro para los jóvenes. Los gimnasios eran edificios de gran tamaño y plagado de habitaciones donde los atletas se preparaban untando su cuerpo de aceita, se levantaban el polvo y se bañaban. Las cerámicas griegas, al igual que Lisipo, nos muestran escenas de esta cotidianeidad entre los jóvenes atletas.

Es tal la importancia de la cerámica que, al vencedor de las competiciones atléticas anuales celebradas en Atenas en honor a Atenea, los juegos Panatenaicos, se le obsequiaba con un ánfora llena de aceite y decorada con la imagen de la diosa en una cara y, en la otra, la prueba de la que era vencedor.

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Escenas de lanza, combates, lanzamiento de disco, etc. en la cerámica griega se representa la gran diversidad de actividades deportivas en la antigua Grecia. Pero sin lugar a dudas, es la Tumba del zambullidor, s. IV a. C., la que nos muestra una iconografía única en la historia del arte griego. Un joven a punto de zambullirse en el agua decora la losa de la cobertura se convierte en uno de los escasísimos ejemplos de pintura griega conservada a parte de la cerámica. El por qué de su zambullida es aún motivo de debate; quizás esté relacionado con la purificación del alma de la que hablaban los pitagóricos, aunque no deja de ser cuanto menos curioso la deportividad a la hora de lanzarse al agua.

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Bibliografía:

CABRERA, Paloma: Cerámica e Imágenes de la Grecia Clásica, Madrid, 1994.
GARCÍA, Fernando: El cuerpo de los atletas en la Antigua Grecia, Madrid, 2005.
Para saber más:

https://www.youtube.com/watch?v=Blopo69NV0Q

Editado por Rubén Mariscal Caballero.

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